miércoles, octubre 15, 2003

Tras unos momentos de meditación, el “loco” decidió por fin preguntar a la pequeña mujer si podía crecer ya que, después de todo, los sueños suelen ser caprichosos y es necesario seguirles en parte la corriente. Así lo hizo, pero para su desgracia, la respuesta de aquélla fue interrumpida por un fuerte zumbido en el cielo. John miró hacia arriba, al lugar de donde provenía y se encontró con la silueta oscura de un hombre montado sobre un bulto, cruzando la luna llena. La figura se acercó velozmente, hasta que el bucanero fue capaz de distinguirla: Se trataba de un hombre de unos cuarenta años, tenía una barba negra y larga. En su mano había un largo bastón de madera. Todo su porte era antiguo. El bulto que montaba era en realidad un insecto, un escarabajo a juicio del pirata.

John apretó los dientes, furioso. Al parecer sus sueños se negaban rotundamente a seguir sus deseos y a juzgar por este nuevo personaje, harían cualquier cosa para impedir que se divirtiera. Aguardó en silencio, al tiempo que el hombre y su insecto se acercaban más y más. Pronto el escarabajo tocó suelo, a una corta distancia de donde se encontraba el filibustero y su acompañante voladora. El hombre antiguo bajó entonces con lentitud de su montura y con esta misma calma se encaminó con solemnidad hacía el “loco”. Cuando estuvo a un par de pasos del corsario, quebró el silencio del cementerio con su voz grave y profunda: “Quiero hablaros del superhombre” dijo. John no pudo menos que reír estrepitosamente ante estas palabras. Su furia había desparecido; todo su sueño parecía un mal chiste, una comedia barata como las que tantas veces había visto en los días de fiesta del puerto.

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