lunes, junio 08, 2009

La sangre que nubla mis ojos,
se arrastra lentamente entre mis labios,
canta con los cuervos y con guadañas y con un árbol bermejo,
¡ya no quiero oírte!
Déjame morir aquí,
donde la luna baila y no me ataca,
donde aún vuelan suaves pechos en carmesí.