miércoles, septiembre 13, 2006

La sangre del navegante,
que viaja entre luces nova terra muerta,
entre esperanzas fatuas y fuego de mil lágrimas,
nunca se detiene, nunca nunca nunca.

Muera el olvido y la mar y los sueños en par,
cercenen la cabeza de gladiadores grandilocuentes;
odio y soledad en esferas de cristal,
ya no queda luna ni acero ni honor.

Te busqué y lloré lágrimas vaciadas de sentido,
y no importa a donde vaya y no importa adonde miré
ya no queda nada
más que la senda olvidada.