jueves, octubre 23, 2003

La comedia continuó. Luego de que John comenzara a reír, la pequeña mujer hizo lo propio. Un nuevo bufón entró en escena en ese momento. Se trataba de un hombre extraño, pálido, vestido de negro y con un raro sombrero. Sus botas causaban un profundo eco en todo el lugar. Cuando se acercó lo suficiente, el “loco” lo miró unos segundos con interés. Se encontraba sorprendido de que en sus sueños se ocultaran tan peculiares personajes. Al sentirse observado el hombre aquél se detuvo en seco. El pirata se sonrió al darse cuenta que aún conservaba algo de esa personalidad que lo había convertido en un arrojado bucanero. Sin embargo casi al momento reflexionó que al no ser aquello más que un sueño, lo anterior no eran más que recuerdos extintos de sus pasadas glorias. Una clara voz interrumpió entonces los pensamientos del filibustero: “Aléjate de ellos, hijo de la mentira” dijo ésta y las palabras resonaron en John como una campana plateada en un día de primavera. Cerca de él, salido de sabía Dios donde, se encontraba un hombre joven, de cabellos dorados y figura clásica. Miraba al hombre antiguo con un semblante de pocos amigos.

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