miércoles, septiembre 24, 2003

En ese momento la diminuta mujer musitó unas incomprensibles palabras y una increíble luz envolvió súbitamente al “loco”, quien sin perdida de tiempo soltó una retahíla de maldiciones contra “el cofre rojo”. John se sintió entonces extraño, como si todo su cuerpo fuera ahora inmaterial. Pensó que tal vez se encontraba dentro de su acostumbrado sueño de borrachera, después de todo, éste incluía siempre cosas tan extrañas como en la que ahora se encontraba. Esa debía ser la explicación. Sin embargo todo parecía demasiado real para ser un sueño. “Seguro se debió a esa última botella de Ron”, pensó el pirata y decidió no darle mayor importancia al asunto.

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