martes, septiembre 30, 2003
Entonces llegaron ustedes, swichhhhh, fassss, en un halo de luz. Los observé en silencio. Eran un par extraño: una pequeña mujer cubierta de hojas y con alas que hacían chuchuchuchuchu muy rápido y un hombre barbudo y vestido como pordiosero. Que raros me parecieron entonces. Parecían sorprendidos de estar en el cementerio, así que preferí no molestarlos más haciéndome presente. Ulu ulu hizo entonces un ave nocturna, probablemente el viejo búho del árbol muerto. Me sentía inusualmente feliz por su visita, como si los conociera de mucho tiempo atrás. He de admitir que cuando la luz apareció en el tranquilo camposanto creí que por fin había llegado mi liberación. Sin embargo su llegada probaría ser incluso mejor que esto.
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