sábado, octubre 11, 2003
Ululululu, el viejo búho continúo haciendo ruido, mientras ustedes se mostraban aún alterados por estar en aquél cementerio. Recuerdo que te sentaste en el frió piso mientras que tú continuabas volando arriba, chuchuchuchuchu. Pasó un rato sin que dijeran o hicieran nada. No sé en que pensaban pero el sonido del silencio cubrió el lugar. El tiempo transcurrió con velos de viento y de pronto, hombre barbudo quebraste el silencio con el sonido de tu vientre. Querías saber si la pequeña podía crecer por motivos que en ese momento se deslizaron fuera de mi conciencia. No sé que irías a responder tú, la de las divinas alas, pero la situación se interrumpió con algo tan inusual como su irrupción en el ruidoso campo de reposo. Recortado bajo la luna, en el cielo rodeado de flores, surgió usted, como de un sueño en el mar, un hombre antiguo, transportado en la espalda de un insecto en vuelo añejo.
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