martes, octubre 14, 2003
Llegué pronto. Al oscuro valle de muertos. Ya todos estaban allí. Había seguido al antiguo maestro. A través de valles y ríos. A través del tiempo y la muerte. Llegué pero él llegó antes. Cuando alcance las tumbas, los que allí estaban lo observaban. Bajó lentamente del escarabajo. Aún a la distancia en la que me encontraba pude oír su voz. Sus palabras fueran las mismas que me habían hecho seguirlo. “Quiero hablaros del superhombre” dijo nuevamente. Su voz resonó como un trueno en la noche ociosa… Y entonces el hombre que ante él se encontraba se rió de Zaratustra. La pequeña mujer alada hizo lo mismo. No pude evitar mi ira ante semejante insulto. Aceleré el paso, dispuesto a tomar venganza. El ruido de mis botas resonó seco y resquebrajado. El barbudo vagabundo se percató de mi presencia y me miró. Sus ojos desprendían un brillo extraño. Mi odio se esfumó con su simple mirada. Había algo raro en ellos. Un secreto a voces. Algo que aún no podía entender. Comprendí entonces por que el maestro deseaba guiarlo por el camino del superhombre.
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