martes, octubre 07, 2003
Decidido a lograr sus objetivos, el “loco” se sentó en el frió suelo sepulcral. No planeaba moverse un centímetro hasta que las hermosas nativas irrumpieran en sus sueños. Cerró los ojos y comenzó a pensar con fiereza en ello. Estaba seguro que si lo deseaba lo suficiente, pronto estarían junto a él. De cuando en cuando, habría brevemente los ojos para ver si no se encontraban ya junto a él, llevándose siempre la misma decepción: la única mujer que se hallaba a su alrededor era aquel ser diminuto y volador, que revoloteaba allá arriba, temiendo sabía Dios que. Cierto era que la pequeña no estaba del todo mal, según había observado el pirata la primera vez que la viera. Sin embargo su tamaño imponía grandes limitaciones que John era incapaz de sortear… a menos tal vez, que el se encogiera o la extraña chica creciera. Esta nueva idea sacó una sonrisa al bucanero; estaba haciendo todo mal. No tenía que pensar en nativas cuando se encontraba ahí aquella mujer. Lo único que tenía que hacer era pensar que crecía para divertirse en grande con ella.
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