El hombre antiguo se acercó a ustedes, proveniente de un escarabajo ssssssssssssss. “Quiero hablaros del superhombre” fueron sus palabras y ante ellas comenzaron a reír. No entendí que les divertía tanto de aquél hombre pero reí también. Mi risa se extendió por el lugar como el flujo secreto de un lago hacía mucho olvidado. Nadie me escuchó pues permanecía aún en las nieblas de la vida y la muerte. Toc toc toc unos pasos me distrajeron entonces: un hombre se acercaba a paso veloz al lugar donde se encontraban ustedes. Parecía molesto pero al mirar tus ojos, hombre barbudo, se detuvo en seco. Yo también los miré. Había una cualidad, una esencia inexplicable y desbordada que surgía de ellos.
Un sonido me distrajo entonces, Crak crok crrrr. La puerta del Hades se abrió ante mis ojos, a unos pasos de la tumba del soldado sin nombre. Creí que había llegado el momento de partir. Me equivocaba. La puerta no era una ida sino un regreso. En el umbral apareció una figura tiempo atrás soñada, un héroe de lunas ya extintas. El divino Aquiles volvió a caminar en el mundo de carne. Surgiendo de la muerte, el hijo de Tetis se dirigió con paso decidido a donde se encontraban ustedes. Olía a campos elíseos, a flores olvidadas y cielos que brillaban bajo tierra. “Aléjate de ellos, hijo de la mentira” dijo entonces con su argenta voz mirando terriblemente al hombre antiguo.
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