miércoles, octubre 29, 2003
El divino Aquiles continuó avanzando hacía ustedes, clap, clap, sus sandalias resonando en las piedras vivas de mi hogar de huesos. Lo miré más a fondo: era él sin duda, un hombre al que nunca había visto y sin embargo conocía. Ustedes aún no lo saben pero la muerte abre los velos del tiempo y la eternidad; aquellos que hemos abandonado los templos de carne nos conocemos todos, hijos ya del mundo que será. El hijo de Tetis siguió caminando y se detuvo frente a ti, hombre barbudo, observando aún al hombre antiguo. “No escuches sus palabras descendiente de héroes” te dijo. El hombre antiguo por su parte permanecía en silencio, observando atentamente la escena que se desarrollaba ante él. Fue entonces cuando lo oí. Grrrrrrrrr graaaaa gruuuu ssss un gruñido seco, casi desértico, resonó en la noche. La sombra había llegado hasta nosotros.
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