jueves, enero 12, 2006

REUNIÓN CELESTIAL

Osiris llegó tarde como acostumbraba. Esta vez la excusa era que, luego de ser desmembrado como era tradición, uno de sus brazos fue tragado por un cocodrilo. Según él, había pasado los últimos quinientos años abriendo los estómagos de incontables docenas de estos reptiles, hasta que por fin lo encontró. Los demás dioses, acostumbrados a sus historias de desmembramientos y órganos extraviados no dijeron nada. Con su llegada, la “Cumbre Suprema de los Dioses” numero tres millones y siete, celebrada esta vez en el palacio dorado de la paradisíaca ciudad oculta de Lemuria, ya podía comenzar. Esta vez se tratarían temas importantes como la paz del mundo, la salvación de los hombres y la erradicación de los males que hasta entonces agobiaban a la tierra.

Los dioses entraron al palacio. Todos se dirigieron a tomar asiento en el consejo divino, una mesa ovalada rodeada de tronos situada en la estancia principal. Antes de que pudieran sentarse a deliberar, comenzó una de las ya clásicas peleas por los lugares: Zeus y Thor discutían acaloradamente sobre cual de ellos debía sentarse en el sitial destinado al supremo dios del rayo. Como siempre en estos casos, el asunto degeneró en una pelea de proporciones celestes. Esta vez fueron rayos y descargas los que surcaban el lugar. Otras veces se había tratado de maremotos, flechas, fuego o incluso, si Osiris llegaba a tomar parte en la pelea, brazos ensangrentados.

Los dioses menores buscaron refugio inmediatamente. Eran demasiado débiles para resistir uno de aquellos rayos. Los arranques de cólera de los dioses supremos siempre terminaban por acabar con un par de ellos. Esta vez no fue la excepción. Mientras huía a esconderse, Pastelium, dios protector de los pasteleros en la ciudad de Florencia, fue freído por un relámpago. Ese día los pasteles de la ciudad italiana se volvieron amargos. Lejos de apaciguar el conflicto, este accidente lo intensificó: Pastelium era primo tercero de la madre del abuelo de un tío segundo de Susanoo, el dios japonés de las tempestades.

Queriendo vengar la afrenta a su familia, éste se unió a la pelea. Sin embargo, estaba completamente ebrio, luego de haber bebido en compañía de Dionisio. Esto ocasionó que con su katana mágica, Kusanagi, cortara accidentalmente las barbas de Marduk, el supremo dios solar babilónico. Lo que siguió fue una reacción en cadena: Marduk quemó por error a Tlaloc, éste provocó un Maremoto que golpeó a Vishnu, Astarté y Shen Nong. Pronto, incluso las piernas de Osiris cruzaban el recinto, golpeando la cabeza de algún dios distraído.

Luego de 247 años, incluso los dioses de la guerra se cansaron de pelear. Todos deseaban regresar a sus hogares. El palacio dorado quedó en ruinas, como ya había ocurrido con otras construcciones tres millones y seis veces antes. Otra cumbre suprema fracasó. Varios dioses menores estaban heridos o reducidos a polvo. Fue necesario repartir entre los presentes las funciones vacantes: Huitzilopochtli fue nombrado nuevo dios de los pasteleros florentinos; Odin se convirtió en protector de los domadores de elefantes en Bangladesh; Atenea en patrona de los fuegos artificiales de Hong Kong.

Una vez establecidas las nuevas funciones, los dioses decidieron retirarse. Se fijó una nueva cumbre a celebrarse en 200 años. Estaban seguros que los temas pendientes serían resueltos por fin en ella. Los diversos panteones comenzaron a retirarse. Al final sólo los dioses egipcios se quedaron. Se dedicaban a remover con premura los escombros del palacio. Osiris había perdido una de de sus piernas.

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