Sangre estancada en espirales que ya nunca se elevan,
el cisne que no vuela y no vuela y no vuela,
negro carmesí es el color del sendero que olvida,
ya no queda luz, sólo llamaradas de ceniza que siguen andando,
el cisne que no vuela y no canta a pesar de las promesas.
Los ríos se van,
los bosques se van,
ya no quedan flores más que en la tumba del rey,
venga la noche estridente con calladas estampas de lo que nunca fue.
el cisne que no vuela y no vuela y no vuela,
negro carmesí es el color del sendero que olvida,
ya no queda luz, sólo llamaradas de ceniza que siguen andando,
el cisne que no vuela y no canta a pesar de las promesas.
Los ríos se van,
los bosques se van,
ya no quedan flores más que en la tumba del rey,
venga la noche estridente con calladas estampas de lo que nunca fue.
el cisne que no voló,
blanco en los mares negros de los tiempos,
se precipita ahora en abismos de silencio y encendida marca.
¿Dónde están las princesas?
No existen, no existen,
¿Dónde el mar se funde con el cielo?
En los ojos del marino, donde el cisne nunca llegó.
Lloran los dragones con los ángeles y el nenúfar,
porque el mundo ruge en su sangrienta rabieta,
formando una mueca sarnosa de muerte y cínica conciencia,
y el cisne que cae y rueda y rueda,
esperando justicia y verdad y un beso.
¿Dónde sueñan los sueños que mecieron al cielo?
No aquí, jamás aquí,
¿Dónde está la dama que baila con la luna?
Aquí nunca, en este valle nunca.
¿Dónde el cisne volará por fin?
En los lejanos firmamentos de plata nieve,
donde las esperanzas falsas ya no significan nada.
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